Cortito y al pie, hablando de violencia de género.
En los últimos tiempos, con mucha recurrencia, aparecen noticias de femicidio, o de violencias de género que ofenden e indignan a tod@s nosotr@s.
A pesar claro de que, con mucha claridad se han desarrollado, en los últimos diez o doce años, políticas concretas en dirección de sancionar e intentar evitar (y visibilizar) este flagelo.
La última y más asqueante de las noticias es la de los jueces que redujeron pena a un violador atendiendo que la reiteración de los actos sobre su víctima reducía la condición de gravemente ultrajante ya que el niño terminaba por habituarse (interpretación casi fiel).
Este suceso disparó mi curiosidad sobre otro acto, tan grave, y también de protagonismo judicial, ocurrido aquí al norte de la patagonia enlace. Allá por el 2001 un Juez permitió que la víctima de violencia familiar retornara a su casa, para llevarse sus cosas y hacer abandono de esa vivienda, con el mismo tipo que la cagaba a palos.
Es decir. Otra vez un Juez invisibilizado por la noticia (no aparece su nombre y me gustaría saberlo) desprecia la vida de los "que no son de su condición".
Otra vez decimos: NI UNA MENOS
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